Se
agostan los cafetos y las flores,
en
los prados se apaga la verdura,
y
el agua del torrente que murmura
se
evapora del sol a los calores.
No
cantan los alados trovadores
y
buscan el frescor de la espesura;
perdieron
los pensiles la hermosura
que
ornó la primavera de colores.
Recoge
sus cosechas el labriego
que
en la abundancia le brindó la tierra,
bien
pagado sintiéndose y ufano.
Y,
del sol esmaltados por el fuego,
resaltan
los perfiles de la sierra
bajo
el palio brillante del verano.
Fuente:
Parnaso costarricense (1910).
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La edición es mía.
Photo credit: Dani_vr via Visual hunt / CC BY-SA
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