Mercedes Salazar, una poeta mexicana que nunca existió

En una entrada anterior de este blog comentamos el caso de Emma Berdier, la“eximia poetisa” inexistente. Berdier fue una creación de dos escritores importantes hasta hoy, los argentinos Bernabé Demaría y Juana Manuela Gorriti, quienes le jugaron una broma al bibliógrafo chileno José Domingo Cortés, uno de los más afanosos editores y promotores de los parnasos fundacionales, de quien hemos hablado repetidas ocasiones. Cortés realizó buena parte de su labor editorial confiando en la honestidad de las personas que le hacían llegar versos y otros escritos desde diversos lugares de América. Sin embargo, igual estuvo expuesto a bromas, como lo demuestra la “existencia” de Berdier, y de otras malas pasadas, como lo ilustrará ahora un nuevo caso: el de Mercedes Salazar de Cámara, la supuesta poeta mexicana que, si acaso existió, resultó ser una mala plagiaria del también mexicano Ignacio Manuel Altamirano.

El único poema conocido de Salazar es, hasta donde tenemos noticia, uno que lleva el título de “En el álbum de Ofelia Plisé”. Cortés lo incluyó en Poetisas americanas y en La guirnalda
literaria. Reproducimos el poema como aparece en el segundo libro, que es más larga que la versión del primero:






La persona a quien va dedicado el poema es la joven panameña Ofelia Plissé, con doble ese, hija de un comerciante que estaba en Acapulco en 1865. También estaban allí dos jóvenes soldados que eran amigos Altamirano. Uno de ellos, llamado Agustín Lozano, era aficionado a regalar álbumes a las jovencitas. Lozano le hizo prometer a Altamirano que escribiría unos versos en el álbum que el joven pensaba obsequiarle a la hija del Sr. Plissé, con quien Lozano estaba muy agradecido. Altamirano escribió los versos en el álbum y se olvidó del asunto. Tiempo después, según él mismo refiere, recibió la noticia de que su poema había sido mutilado y plagiado. Para evidenciar las semejanzas y diferencias en el original y la falsificación, reproducimos el poema de Altamirano, tal como fue publicado en la edición de 1904 de Rimas:




Años más tarde, Altamirano aclaró el asunto del plagio en una "Nota", e incluso añadió la carta abierta que recibió del escritor y bibliógrafo campechano- yucateco Francisco Sosa, que habría sido el primero o uno de los primeros en advertir el plagio. Por último, para satisfacer la curiosidad de quien desee conocer los pormenores de esta historia, incluimos la nota de Altamirano y la carta de Sosa que vienen al final de Rimas.










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