A Medellín, de Elena Facio Lince



¡Cuán bella estás, sentada cual sultana
sobre el pérsico, espléndido cojín!
Y es de tus pies la lúmida [sic] peana
el más pomposo y plácido jardín.

¡Cuán bella estás! Del valle de las flores
serás siempre la Hespéride gentil.
Dante los bosques lánguidos rumores;
frescas coronas bríndate el pensil.

¡Cuán bella estás! Del árabe la mente
nada tan bello acertará a soñar:
por ti él trocara su preciado Oriente,
en ti el Edén imaginando hallar.

No envidies, no, del Yemen los jardines:
flores sin par da el valle para ti;
tu guirnalda de pálidos jazmines
ronda veloz el lindo colibrí.

Besan tu sien los céfiros amantes.
Ledo te arrulla el tierno ruiseñor,
y en las fuentes los pámpanos flotantes
dan a tu sueño mágico rumor.

………………………………………

Mas, ¡ay!, tan sólo con tu imagen bella
réstame ya sin tregua delirar,
oculta para mí, tú, como estrella
que su disco luciente hundió en el mar.

Si no he de verte más; si un hado pérfido
lejos de ti condéname a morir,
¡que un soplo tuyo venga a mi sepulcro,
sus pálidas violetas á entreabrir! 


Fuentes: La guirnalda literaria (1870) 
y Poetisas americanas (1896).

** La edición es mía.

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