Bajo un cielo sereno y
transparente,
rodeado de perfumes y de galas,
genio del arte, al porvenir,
sonriente
tendiste al viento tus robustas
alas.
Y muy lejos del suelo en que
naciste,
sorprendiendo tu genio, en
todas partes
de admiración tributo
mereciste.
Aun en Roma, la cuna de las
artes.
¿Qué puede haber que a tu
pincel resista,
hijo inmortal del mexicano
suelo,
ya triste el campo o de verdor
se vista;
ya se ostente nublado o claro
el cielo?
Con grande exactitud y
ligereza,
admirado de todos, reproduces
cuanto puede ostentar
Naturaleza
con sus poéticas sombras y sus
luces.
Si alza un velo tu mano
temblorosa
va la gloria tu vida
acariciando;
que, del artista, la creación
hermosa
absorto el hombre quedará
mirando.
La sonámbula, allá, brillante
estrella
vagando misteriosa en su
aposento,
cubriendo está la luz su mano
bella,
temiendo acaso que la apague el
viento.
En el dulce mirar de su pupila
ya parece despierta o que aún
reposa,
y poética la luz, suave y
tranquila
baña un tanto su rostro,
misteriosa.
¿Y quién puede contar, di, la
belleza
de esta tu imagen de sublime
encanto,
que al describir su dulce
gentileza
no ajara tu pintura con su
canto?
Sigue, artista inmortal,
pasando al lienzo
creaciones de tu rica fantasía.
Y siga el mundo, que te quema
incienso,
admirando tus cuadros de
poesía.
Siga el hombre, sin tregua,
coronando
la frente del artista mexicano.
Y sigan, los que vengan,
admirando
este genio del arte soberano.
El artista de Dios tiene un
destello
con que inunda de luz su
hermosa vida,
y ese que lleva del creador el
sello
nunca su gloria mirará perdida.
Todos derramen flores en tu
senda,
que yo, al sentir de
inspiración la llama,
también, sencilla, dejaré mi
ofrenda
en los ricos altares de tu
fama.
Fuente: La Siempreviva (1870).
** La edición es mía.
No hay comentarios:
Publicar un comentario