Ira santa, de Margarita de Mortain



Para La Juventud Salvadoreña.

Quisiera maldecirte y mi voz tiembla,
mi labio balbucea y no pronuncia
ni una sola palabra o una queja.

¡Quisiera, ay, execrarte! ¡Horrible lucha!
Por más que mi razón hoy te condene
mi boca permanece siempre muda.

Y siento consumirme, siento fiebre;
pero mi corazón jamás ha odiado
ni sabe para ti más que quererte…

No sé si el corazón es rey o esclavo;
no sé si hay en la tumba del olvido
labios que puedan execrar lo amado;
almas que odien lo que se ha querido.

San Salvador, 1895.


Fuente: La Juventud Salvadoreña (1895).
** La edición es mía.

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