Duda, de Matilde Hoyos y Marín



Otra vez, otra vez, duda sombría,
turbas de mi existir la santa calma,
y cual sierpe infernal llegas, impía,
a envenenar con tu ponzoña el alma.

Tu temeraria planta va dejando,
con incesante afán, la triste huella,
en fatídica sombra sepultando
la única luz que para mí destella.

Al mirarte venir en mi camino,
de justa indignación mi pecho arde;
no tengo miedo a ti, temo al destino:
aquí está el corazón, ¡hiere, cobarde!

Penetra en el vergel de mis amores,
que sé vivir sin ilusión alguna;
de la existencia mis benditas flores,
rómpelas, sin piedad, una por una.

Aun mi cielo está azul; sobre él avanza,
y estalle al fin, tu negro cataclismo;
haz pedazos mi fe con mi esperanza;
húndelas para siempre en el abismo.

Llega, pues, hasta mí, llega, traidora;
para luchar, el corazón es fuerte…
¡Qué me importa tu furia vengadora!
¿Serás más poderosa que la muerte?


Fuente: Poetisas mexicanas (1893).

** La edición es mía.

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