Venid y ved si hay dolor
que iguale al mío.
Venid
los que perdisteis la alegría,
los
que halláis por doquier males sin cuento;
detened
vuestros pasos un momento
en
esta senda que al Calvario guía.
Contemplad
un instante mi agonía;
comparad
vuestro mal a mi tormento;
comprended,
si podéis, mi sufrimiento,
y
ved si hay pena cual la pena mía.
Yo
gimo solitaria en este suelo:
los
tormentos de mi Hijo he presenciado;
le
vi morir, sin darle ni un consuelo,
yo
que lo amé como ninguno ha amado:
y
aumentan más mi triste desconsuelo
la
ingratitud del hombre y su pecado.
Fuente:
Poetisas mexicanas (1893).
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La edición es mía.
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