A mi pensamiento, de Úrsula Céspedes



Pensamiento mío, vuela,
ve a buscar otros lugares
donde no repitan quejas
siempre los ecos del valle;

donde no suenen tan tristes
los céfiros de la tarde,
ni exhalen flébiles trinos
al recogerse las aves;

donde no tenga la noche
tantos insectos que canten
bajo la yerba marchita
sus elegías salvajes;

donde no doblen las flores
sus corolas virginales,
como frentes pensativas
bajo profundos pesares;

donde no se vea la luna
medio revuelta en celajes
por entre las ramas secas
y ennegrecidas del sauce.

Pensamiento mío, vuela
atraviesa raudo el aire
y ve a bañarte en las ondas
azules de ignotos mares.

Ve donde encienda tus alas
el fuego de los volcanes;
en donde rujan las fieras
y bramen las tempestades.

Huye, pensamiento mío,
de estos campos siempre iguales,
donde es el sol que se pone
tan triste como el que nace.

Ve y aspira con delirio
el humo de otros lugares,
y mezcla tu débil ruido
al ruido de otras ciudades.


Fuente: La guirnalda literaria (1870).
** La edición es mía.

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