¿Quisieras
para tu álbum
mis
desacordes versos?
¡Ah!,
cómo se conoce
que
cuentas con mi afecto,
que
sabes que negarte
no
puedo un pensamiento;
que
un corazón amante
no
queda satisfecho,
si
del objeto amado
no
llena los deseos.
Si
yo por un instante
juzgara
no ser cuerdo
estampar
en este álbum
descoloridos
versos,
sentiría
en el alma
cruel
desasosiego;
que
al fin, hoy, desafiando
a
críticos severos,
me
digo: ¡Que censuren,
con
tal que satisfecho
el
corazón me quede
a
par de tus deseos!
Y
así, por complacerte,
¡ya
verás que me atrevo
a
un duelo, que pudiera
acaso
ser funesto!;
pero
yo, mi amiguita,
a
todo me resuelvo.
Un
temorcillo sólo
abrigo
en mis adentros,
y
es que puede la Iglesia
condenar
este duelo.
Mas
si el caso llegare
hasta
el último extremo,
y
mis temores fueren
fundados,
¡presto! ¡presto!,
la
cerviz doblaría,
y
a mis censores luego
dijera:
¡Soy cristiana!
¡Mi
ser a Dios le debo!
Y
no puedo orgullosa
quebrantar
sus preceptos,
por
tanto, pues, señores,
¡nada,
nada de duelos!,
y
a su sabor censuren,
que
a todo me someto.
Fuente:
Antología ecuatoriana (1892).
** La edición es mía.
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