ESCENA II
Los mismos y un oficial
de Palacio. El enviado del rey se acerca al trono y hace una reverencia.
Enviado
del rey: Una dama distinguida
de
Palacio está a la puerta
y
pide con voz incierta
besar
vuestros pies, rendida.
Príncipe: ¿Su nombre?
Enviado: Decir no quiso.
¿Qué
ordena su Majestad?
Príncipe: A la incógnita beldad
introducir
es preciso.
(El enviado sale y después aparece conduciendo
a Cenicienta de la mano hasta el trono, donde hace una reverencia.)
Príncipe:
(Aparte.) ¡Qué pasmosa criatura!
(A Cenicienta con
galantería.)
Princesa
seas bienvenida
y en mi palacio acogida
cual
reina de la hermosura
Cortes
1°: ¿Quién es? Decidme quién es.
Cortes
2°: No lo sé.
Cortes
3°: Tampoco yo.
Cortes
4°: Nadie aquí la conoció.
Cortes
1°: Voy a averiguar. ¡Pardiez!
Cenicienta: Perdonad mi atrevimiento.
Príncipe: (Con galantería.)
¿Perdonaros,
dama hermosa?
¡Faltaba
al vergel la rosa
y
la luna al firmamento!
Vos
llegáis a realzar
con
vuestro vivo destello
este
sarao tan bello…
(Óyense los
primeros acordes de cuadrillas.)
¿Queréis
mi brazo aceptar?
(Cuadrillas imperiales. El príncipe y
Cenicienta en primera fila. Concluido el baile se pasean.)
Juana
a Teresa: ¿Viste alguna vez,
Teresa,
entre
nácar y arrebol
alzarse
risueño al sol?
¡Así
brilla esa princesa!
Teresa: Cual se contempla un
tesoro,
tal
el príncipe la admira.
¡Parece
que ni respira!
Juana: Adiós mis ensueños de
oro…
Príncipe
a Cenicienta: Vuestro misterio respeto.
Quién
sabe, acaso algún día
será
dado al ansia mía
penetrar
ese secreto.
Cenicienta: (Con melancolía.)
No
pretendáis conocer
de
mi existencia la historia;
¡grabará
en vuestra memoria
la
imagen del padecer!
Teresa: Oye, Juanita: una extraña
idea
a mi mente viene.
Juana: ¿Y es?
Teresa: Que la princesa tiene
un
parecido que engaña.
Cuando
aquí se presentó
creí ver, ¡habrá
rareza!,
en
tan notable belleza
a
la Cenicienta…
Juana: ¡Ah! ¡No!
Príncipe: (A Cenicienta al enfrentar ambos la escena.)
Otras
beldades yo vi;
no
fijaron mi destino.
¡Dios
os pone en mi camino
porque
se apiada de mí!
Cenicienta: ¡Soy huérfana… y desvalida!
¡Cómo
a mí tan alto puesto!
Príncipe: Sin vos me será funesta
la luz, el aire,
¡la vida!
¡Que
al menos oiga de vos
un
acento de consuelo! (Dan las doce.)
Solo
una palabra…
Cenicienta: ¡Cielo!
Amable
príncipe, ¡adiós!
(Corre y
desaparece dejando caer un escarpín.)
Príncipe: ¡Señores, presto, volad!
¡Hacedla
que vuelva aquí!
¡Sin
ella no hay para mí
ni
amor ni felicidad!
(Damas y
caballeros salen en tropel. Luego reaparecen en la escena. En ese momento el príncipe
ve el escarpín y lo recoge con precipitación.)
Oficial
al príncipe: Cuando el concurso
invadía
la
escalera principal,
envuelta
en su delantal
una
mendiga corría.
Pero
a la bella extranjera
no
se la pudo seguir;
nadie
la ha visto salir
como
si invisible fuera.
(Los convidados
se retiran.)
Príncipe: ¡Astro radioso, lucir
un
breve instante te vi!
¡Si
he de perderte, ay de mí,
(se
cubre el rostro con las manos)
antes
prefiero morir!
Fuente:
María Cenicienta (1898).
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La edición es mía.
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