(Fábula)
Un
envidioso cao se burlaba
de
un hermoso jilguero que cantaba
en
las ramas de un verde bosquecillo:
absorto
en su cantar, el pajarillo,
no
se dignó siquiera
caso
hacer de su burla majadera.
Abochornado
el cao y confundido,
de
rama en rama huyó despavorido,
mas
de lo interno de un frondoso monte
salió
un bello sinsonte,
y
así le dijo: “Cao majadero,
¿por
qué te burlas del hermoso jilguero?
yo
que me llamo el rey de los cantores,
he
gozado en sus trinos seductores;
anda,
pájaro odioso,
con
tu graznar cansado y enojoso;
sírvate
de lección la indiferencia
que
mostró el jilguerillo a tu demencia”.
Hay
seres como el cao, que no piensan
que
los seres sensatos los desprecian.
Fuentes:
Poesías de la señora Dª. Francisca González
Ruz (1859).
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La edición es mía.
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