Los
ojos, con su idioma misterioso
expresan
la verdad del sentimiento:
la
palabra es el arma del talento
pero,
a veces, no real sino ingenioso.
La
mujer con influjo poderoso
domina
con su vista, en un momento,
al
guerrero que cree ser un portento
del
valor más audaz y prodigioso.
Porque
Dios, al formar a la primera,
le
dio tal persuasión en la mirada,
que,
cuando habla con ella, es muy sincera
revelándose,
al fin, de tal manera
que,
al sentirse feliz o desgraciada,
no
podría mentir, aunque quisiera.
Fuente:
El Perú Ilustrado (1887).
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La edición es mía.
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