Bordan
sus festones las enredaderas
en
los descarnados muros de las ruinas,
poniendo
el encanto de las primaveras
entre
las columnas sus anchas cortinas.
Tapizan
el suelo donde las baldosas
dicen
con sus grietas su decrepitud;
en
los ventanales se trepan curiosas
con
la impertinencia de la juventud.
Convierten
las puertas en arcos triunfales
con
su caprichoso y extraño arabesco,
de
brillante alfombra cubren los umbrales
y
en los techos fingen pinturas al fresco.
Uniendo
sus ramas entre los pilares
una
gruta forman en el cenador,
mullidos
cojines dan a los sillares
que
desaparecen bajo su verdor.
¡Oh,
preciosas plantas, ágiles y bellas,
que
doquiera prenden su radiante manto,
red
donde se engarzan flores como estrellas,
toldo
que las ruinas cubre con su encanto!
Fuente:
Poetas jóvenes cubanos.
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La edición es mía.
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