Ausente
ya del mundanal concierto,
quizás
en los dominios de lo arcano,
acarició
con su incorpórea mano
la
estrella azul con que soñó despierto.
Mientras,
en este lúgubre desierto
se
alza la queja del dolor humano
y
un miserere entona el océano
por
el divino rimador que ha muerto.
Al
golpe audaz de la segur tirana
agitose
la fronda americana,
como
elevando al cielo una querella;
desenfrenó
la tempestad su ira,
¡y
el fulmíneo creyón de la centella
en
el espacio rubricó una lira!
Fuente:
Poetas jóvenes cubanos.
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La edición es mía.
Photo via Visual hunt
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