Al genio, de Esther Tapia




Dios fue el primer artista:
su gran cuadro, la gran naturaleza,
los caracteres que imprimiera a su obra,
la sublime verdad y la belleza.

Fue su primer poema,
de las aves hermosas los cantares;
del rayo el estallido;
de los inmensos mares
el terrible bramido.

Fue su primer [sic] pintura
el grandioso azulado firmamento,
donde la Luna extiende
de su apacible rayo los fulgores.

Fue la fértil llanura,
esmaltada de flores,
los bosques, las praderas,
y de elevados montes,
las largas pintorescas cordilleras.

Él dio el primer modelo a la escultura,
retratando en el hombre
su imagen bella y pura,
y él artista le hizo,
al concederle un rayo
de su infinita, grande inteligencia,
origen de las artes y la ciencia.
él artista le hizo;
él le ha dado en la Tierra
esa misión sagrada
de enseñar a los hombres su belleza,
la sublime verdad y su grandeza.

*

Por eso es grande la misión del arte ;
por eso pasan tiempos y naciones,
llevándose a su paso
unas tras otras mil generaciones.
los siglos arrebatan a los pueblos
su esplendor y su gloria,
y en un trozo de mármol, o en un lienzo,
van legando a los siglos venideros
de su esplendor antiguo la memoria.

Artistas, ¿lo escucháis? Vuestro es el mundo.
Dios es no más, de inspiración la fuente,
sus obras el modelo;
recibís vuestra luz del foco ardiente,
que el Creador os manda desde el cielo.
Él os ha hecho de su obra traductores,
y al daros un destello de su genio,
quiso que fueseis como Él, creadores.

Artistas, ¿lo escucháis? Vuestro es el mundo.
Vuestra misión sagrada
no es obra del acaso,
ni esa alma que tenéis privilegiada.
No ha puesto el Hacedor inútilmente
en vuestra débil mano
los resortes y fibras
del corazón humano.
Pintarlo, conmoverlo,
guiar los pasos del hombre por la senda
de la virtud amada;
mostrarle la verdad embellecida,
tal cual fue concebida
de Dios en el sublime pensamiento:
¡he aquí vuestra misión sobre la vida,
que realiza de Dios el sentimiento!

Artistas, adelante. A vuestra vista,
tenéis un grande, sin igual modelo;
no tenéis que buscarlo
en un lejano suelo:
os muestra nuestra patria con ternura
un azulado cielo,
misteriosas estrellas,
una apacible luna,
nubes flotantes, silenciosas, bellas;
de ardiente sol los fuegos tropicales;
campos inmensos de eternal verdura,
aromáticas flores,
espesos bosques de árboles frutales,
cataratas que forman cortinajes
de cristal transparente,
bellas aves de nítidos plumajes;
vírgenes poderosas,
sensibles como hermosas,
con un[1] alma de fuego y labios rojos,
y enamorados expresivos ojos.
Tenéis un[2] alma libre,
una imaginación pura y ardiente;
probadle, pues, al mundo
que cual es nuestra patria,
magnánima y valiente.

Nuestra patria, ¡gran Dios! ¿Por qué a mi labio
viene ese nombre amado?
¿Por qué mi corazón late entusiasta
a este recuerdo santo y venerado?
¿Por qué si el arte, y su misión, ocupa
mi acalorada mente,
una lágrima corre en mis mejillas
recordando a esta virgen inocente?
¿Y pregunto por qué? ¡Porque la adoro!
Porque es mi madre amada;
porque quiero mirarla,
valiente, respetada,
por los poemas de sus tiernos hijos
muellemente arrullada;
porque mirarla quiero,
sostenida en las alas de la gloria;
y quiero ver que su divina frente,
de la luz de la victoria a los fulgores,
ciña verde laurel, y entrelazadas
mil artísticas flores.

Artistas, ¿lo escucháis? Dios y la patria:
ahí tenéis de inspiración la fuente;
cumplid vuestra misión, y alzad al cielo
con noble orgullo vuestra noble frente.
¡Cantad al Hacedor y su grandeza!
¡Cantad a nuestra patria y su belleza!
al bronce, y a los mármoles, y al lienzo
dé vida vuestra mano:
Pintad de nuestra patria la hermosura;
eternizad sus campos de batalla,
y eternizad a sus valientes hijos,
llenos de patriotismo y de bravura.
Que los heroicos cantos
pueblen el mundo todo de armonía;
que luzca para ella,
del adelanto universal el día;
o, si horrible suerte
le da una honrosa muerte,
brillen sobre su tumba,
de la luz de victoria a los fulgores,
del arte hermoso las hermosas flores,
y queden en su losa,
inmortales estatuas
de Hidalgo, Degollado y Zaragoza,
su sueño eterno con amor velando,
¡y su gloria los siglos recordando!


Fuente: Poetisas americanas.
** La edición es mía.

Photo via VisualHunt.com



[1] Original: una.
[2] Original: una.

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