Para
Rafael G. Argilagos, el genial decepcionado.
Esperando
las doce, enajenada,
desgranando
las uvas con desvelo,
sueña
la Musa con el níveo velo,
evocando
una imagen adorada…
Y
elevando ferviente la mirada
a
la divina Emperatriz del Cielo,
ruega
con fe, por el amado anhelo
que
aguarda el alma en el dolor templada.
Con
manto de zafir [sic], entre las nubes,
surge
María en medio de querubes
por
concepción de mágicos pinceles.
¡Y
piensa ella, feliz, que ya triunfante,
él
llega ante su alcázar anhelante,
ofreciéndole
mirtos y laureles…!
Fuente:
Poetas jóvenes cubanos.
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La edición es mía.
Photo via VisualHunt.com
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