―De
tu rama desprendida,
hoja
marchita y sin vida,
¿a
dónde vas ?
―No
lo sé.
El
huracán desatado
me
arrebató en soplo airado
del
roble donde broté.
Desde
entonces incesante
a
la merced voy errante
del
aura o del aquilón…
―Así
van también de mi alma,
entre
tormentas y calma,
las
hojas de la ilusión.
―A
su antojo he recorrido
desde
el monte hasta el ejido;
desde
el erial al vergel;
y
voy adonde reposa
la
hermosura de la rosa
y
la gloria del laurel;
do
va cuanto el mundo encierra
para
no volver jamás…
Voy
al polvo… que en la Tierra
todo
es polvo… y nada más.
Fuente:
Poetas hispano-americanos (1889).
**
La edición es mía.
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