La Juventud, de Julia Gaona




A Cleodomira Moreno

Hay un campo feliz en la existencia,
un ameno vergel de ricas flores
donde reina el candor y la inocencia,
do no llegan jamás los sinsabores;
do el aire melancólico suspira
de frescura y aromas impregnado,
y alegre y tierno el corazón lo aspira
en misterioso afán arrebatado;
campo do con presteza se deslizan
esas horas de mágica ternura
que la paz del empíreo simbolizan,
que al alma brindan celestial dulzura;
esas horas de gloria y de contento,
que brotan a raudales la armonía,
porque Dios impregnadas de su aliento
desde su trono eterno las envía.

Es la juventud risueña
ese campo delicioso,
ese paraíso hermoso
de la humana creación.
Es el dintel de la vida,
la bella estación serena,
la edad dulce en que la pena
no ha llegado al corazón;
es la edad en que nosotras,
desventuradas mujeres,
en torno nuestros placeres
solo alcanzamos a ver;
porque todo contemplamos
tras un prisma brillantino,
y nos parece divino
hasta el mismo padecer;
porque Dios en sus misterios
al formar los corazones
les dio insensatas pasiones
que oscurecen la verdad;
por eso en nuestro camino
la falsía no miramos,
el inocente, ¡ay!, dudamos
del engaño y la maldad.
Ten cuidado, hermosa niña,
que en ese vergel risueño
halla a veces nuestro empeño
mil espinas en la flor.
¡Ten cuidado! Si hay luz clara,
hay también noche inclemente,
como hay un vital ambiente
y un hálito matador.
Hay flores, cándida niña,
de fascinante hermosura,
que en su cáliz la amargura
suelen, traidoras, guardar;
Mas nosotras, embebidas
en sus vividos colores,
olvidamos que esas flores
no debíamos tocar.
Pero tú tendrás un día
que libar de una la esencia,
que tal es en la existencia
de la mujer la misión:
ve que no oculte el veneno
dentro su bella corola,
Cleodomira, y ella sola
te embalsame el corazón.


Fuente: Poetisas americanas (1896).
** La edición es mía.

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