¿Por
que estás entre dudas, Esperanza,
y
abandonas mi frágil corazón?
Ya
tu voz no me ofrece la bonanza,
tristes
sombras ofuscan mi mansión.
Un
rayo de tu luz el alma implora,
que
refleje un momento en mi vergel,
como
el tibio reflejo con que dora
el
ocaso la copa de un laurel…
Una
chispa de luz fúlgida y bella
como
el rayo que arroja en derredor
de
su trono de zafiro una estrella
y
refleja en el cáliz de una flor.
¿Por
qué alcanzar algún consuelo dudo?
En
la margen inculta de un raudal,
yo
vi un roble, ya seco, negro y rudo,
azotado
del recio vendaval.
Era
una tarde bella y despejada:
ya
en occidente reflejaba el sol
y
en su rama ya seca y deshojada
derramaba
su vivo tornasol.
Inclinado
a las aguas, carcomido,
sin
verdor, ya rendida su altivez,
entre
el cieno y la hierba sumergido
como
un triste indigente en su vejez.
Claras
ondas, azules, sosegadas,
brota
un limpio y fecundo manantial
junto
al roble, corrientes esmaltadas,
transparentes
cual diáfano cristal.
En
su espejo retrata los matices
de
las flores del margen, sin rumor:
forma
olas del roble en las raíces
y
de espumas le cubre en derredor.
A
su tronco desnudo reclinada
comparando
a su vida mi existir,
mi
alma triste, marchita y desolada
compadeció
su estéril porvenir.
Otro
día, pensando en mis martirios,
en
la misma ribera, al reflejar
la
postrimera luz sobre los lirios,
me
llegué el seco roble a contemplar.
Y
suspensa quedé… Sola en el mundo,
me
contempla con íntimo dolor,
que
a una rama del roble ya fecundo
hojas
verdes le vi… ¡le vi una flor!
Tú
brotaste esas hojas; por ventura,
y
esa flor sonrosada con desdén,
¿Por
qué a ti me comparo en mi amargura,
y
en ti reclino mi agitada sien?
Fuente:
Poetisas americanas (1896).
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La edición es mía.
Photo via Visual hunt
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