Melancólicas
horas
hay en la vida,
en las que gime el alma
cual ave herida.
El tiempo vuela;
pero
en las horas tristes
clava su rueda.
Tras
una negra nube
lo vemos todo,
y
una lágrima brota
de nuestros ojos,
tal vez sin causa;
pero
es que la tristeza
nunca se sacia.
Si
en el campo la brisa
mece las palmas
y
se agita silbando
entre las ramas,
yo me imagino
que
lleva de las flores
algún suspiro.
Si
el agua de la fuente
por los rosales
corre,
bañando el musgo
con sus diamantes,
mi triste alma
piensa,
al ver esas gotas,
que llora el agua.
Si
en la arboleda cantan
los pajaritos
y
en los nidos responden
sus tiernos hijos,
al oír sus notas
me
pregunto a mí misma,
¿cantan o lloran?
Pero
hay siempre un alivio
para el que sufre,
si
su mirada ansiosa
fija en las nubes;
porque el consuelo
cuando
menos se piensa
baja del cielo.
Fuente:
Poetisas americanas (1896).
**
La edición es mía.
Photo via VisualHunt


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