Olvidada
entre helechos
envejece
la estatua,
recibiendo
tan solo caricias
y
el beso perfumado de las ráfagas.
¡Hay
en lo inerte vida;
hay
en la nieve llama;
y,
en el pliegue dormido de los párpados,
el
brillo misterioso de las lágrimas!
Acerqueme
y de dije: ―¿Quién te alienta?
¿Quién
te ha encendido? ¡Habla!
¿Quién
prendió fuego en tus pupilas muertas?
¿Quién
en la muda piedra volcó un alma?
Entonces,
cual si fuera transparente
el
mármol adorado por las ráfagas,
vi
agitarse el espíritu del genio
en
el cuerpo armonioso de la estatua.
Fuente:
Parnaso uruguayo.
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La edición es mía.
Photo via VisualHunt
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