Un
violento deseo, una imperiosa
necesidad
de vuelo me domina:
insatisfecho
antojo, que es la espina
de
esta mata de sueños, prodigiosa…
Desplegar
brazos y alma, temblorosa…
y
partir, en la tarde que declina,
transformada
en dorada golondrina,
o
saeta labrada en cobre y rosa...
Y,
sin rumbo en mi éxodo, sin norte,
sin
que ningún obstáculo recorte
la
rémige al impulso volandero,
¡ir
a clavar, como imprevisto broche,
en
un empuje olímpico y certero,
el
corazón del Cielo y de la Noche!
Fuente:
Parnaso uruguayo.
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La edición es mía.
Photo credit: Marcelo Reyes Gajardo via VisualHunt / CC BY-NC-SA
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