A Edison, de Severa Aróstegui




Cual flamígera espada que maneja
una mano invisible y poderosa,
cortó la nube blanca y vaporosa
su rápido zigzag al describir.
De impotencia y dolor rugió la nube,
como pantera por el dorso herida,
y el relámpago cruel y nubecida
su marcha errante pretendió seguir.

¡Lo viste, Majestad! Y de tu genio
al poder soberano y atrayente,
se quedó suspendida de tu frente
y en diadema de luz se convirtió.
Por derecho de ciencia le arrancaste
su veloz y fosfórico secreto,
y el mensajero de los polos quieto
y humillado a tu numen se rindió.

Encendiste tu luz incandescente
en su llama fugaz de brillo hermoso,
y derramaste llanto luminoso
ese nuevo “Fiat lux” al pronunciar.
¡Has llenado de lágrimas el mundo!
¡Los hombres de tu talla, cuando lloran.
ni sus lágrimas caen ni se evaporan,
y alumbran las tinieblas al brotar!

¡Brujo de Menlo Park! Tú que obstinado
en el antro de luz donde resides,
a tu numen eléctrico le pides
sin cesar un milagro, por favor.
Qué, ¿no te basta con haber construido
la poliglota caja donde encierras
la humana voz y hasta lejanas tierras
empacada la exportas por mayor?

¡Oh! Tú hablarás a las futuras gentes
cuando no exista de tu ser ni aroma,
en el variado universal idioma
en que habla la locuaz humanidad.
Les llevarás las notas de Adelina,
de Castelar el poderoso acento.
El bélico rumor, el del contento,
y el grito de la ronca tempestad.

¿No te basta con esto todavía?
¡No! La neurosis del saber padeces
y toma en ti sus alarmantes creces
la persistencia de tan bello mal.
Si a la mitad del siglo que se acerca,
el Cielo prolongara tu existencia,
agotarías las fuentes de la ciencia.
bebiendo siempre y con tu sed igual.

Fortalecido con tan rico néctar,
acaso, acaso tu cerebro fuera
el apoyo que Arquímedes pidiera
y llegaras el globo a nivelar.
Yo no sé qué problemas resolvieras
de los que virgen se halla todavía
el pensamiento, y a la luz del día
audaz te propusieras demostrar.

Pero todo sus límites contiene.
Has hecho por el mundo lo bastante
para que un monumento te levante
en prueba de respeto y gratitud.
Yo lo erigí en mi ardiente fantasía.
donde estás soberano e imponente,
suspendido el relámpago en tu frente
y a tus pies, como esclavo, mi laúd.


Fuente. La lira poblana.
** La edición es mía.

Photo via Visual Hunt

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